
La importancia del combate
por Kenji Tokitsu
Considero que mi nivel y modo de vivir dan constancia de la validez y corrección de mi método. A diario, experimento y examino una de las facetas de la eficacia a través del entrenamiento. Creo que en este arte hay que avanzar paso a paso, perfeccionando a través de la práctica. No hay etapa final. En todo caso, tengo más de 60 años y hoy hago mucho mejor el combate que hace 20 o 30 años y encuentro un gran placer en la práctica. Espero continuar mejorando incluso después de los 80 años. He superado una meta y hoy me baso en el dinamismo de una dimensión que ignoraba en mi juventud. Hoy corro bastante menos rápido que cuando tenía 20 años, pero técnicamente soy más veloz. La calidad de mis movimientos ha cambiado, lo que me permite imaginar lo que podré hacer dentro de 20 años o más.
Si te distancias del combate, es más fácil que caigas en el error de sentir que eres el mejor y el más fuerte del mundo.
Por ejemplo, cuando estudié el yi chuan en China, observé que pocas personas estaban dispuestas a hacer combate, ya que los encuentros resultaban violentos: se golpeaba sin control, directamente a la cara, sin protección. Y así forzosamente, había lesiones más o menos graves. Algunos dirán que es normal, ya que se trata del arte del combate y que hay que reforzar el espíritu y la disposición para la lucha. Pero es evidente que estas condiciones echan atrás a la mayoría de la gente. Los que se atreven a aventurarse son los que tienen una cierta confianza en sus capacidades. Desde el punto de vista de la formación en arte marcial, a esto lo llamo el “método salvaje” y considero que es poco aplicable en nuestra sociedad. Creo que en nuestra época, los que se lanzan a practicar el combate como si fuera una seria pelea callejera deben tener algún problema psíquico. Pero en cualquier caso, hacerlo así reduce radicalmente el número de practicantes del combate; por consiguiente entre la gran mayoría que practica el yi chuan y la pequeña minoría que practica el combate, hay una enorme diferencia de número.

En efecto la mayoría no se entrena en el combate –aunque la idea del combate serio y las hazañas de ciertos adeptos circulan por los grupos de esa escuela. Muchos son los que se identifican con esos “valientes”. En este tipo de ambiente, a menudo encontramos una cierta megalomanía y personas que tienen fuertes opiniones sobre la eficacia y el combate sin practicarlo nunca. Siempre tenemos que hacerle al ser humano el más fuerte del mundo. Entre la minoría que se entrena en el combate y la gran mayoría, la diferencia es tan grande que el combate tiende a convertirse más bien en un mito colectivo en esta escuela. Esto da lugar a una paradoja. La idea práctica del fundador de esta escuela es muy pragmática y realista, pero la mayoría no la sabe aplicar.
En cualquier caso, si el entrenamiento incluye el combate, dejamos las ilusiones y volvemos a la realidad, que no siempre resulta tan bella como desearíamos. Desde hace unos años hago ejercicios de combate con un casco de protección y guantes delgados que permiten también el agarre. Incluso utilizando protecciones hay que aprender a controlar los golpes y a afinar la calidad, porque la seguridad absoluta no existe en la práctica marcial. Podemos golpear a fondo, pero podemos también modificar el impacto del golpeo. Si lanzas de verdad los golpes, incluso sin golpear a fondo, esto cambiará muchas cosas. Se te derrumbarán las ilusiones y se harán evidentes tus insuficiencias técnicas y la fragilidad de tu percepción, hasta el punto de ver como ilusorias muchas de las técnicas que considerabas eficaces. La técnica y los movimientos que has construido en la cabeza se someten a prueba, y muchos se revelarán como poco realistas, por lo que tendrás que reexaminarlos. Esto es lo interesante.
He hecho muchos descubrimientos estos últimos años, en particular en cuanto a la relación directa entre el combate y los ejercicios de yi chuan, de taichi y de qi gong. El combate se hace consistente y agradable, puedes transpirar desde el fondo del cuerpo; creo que es una cosa importante sea cual sea la edad, porque vivimos con un cuerpo que está hecho para la actividad. He entrenado en el combate desde siempre, pero para mí esta forma ha resultado ser la más satisfactoria; es interesante y hasta divertida. La mayoría de mis alumnos la aprecia también.
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