Extractos de un artículo del doctor Yayama
Cuando alguien me pregunta, "¿qué es el kiko (qi-gong)?", respondo que el método del qi-gong es como las recetas de cocina: gracias a la mezcla de ciertos elementos siguiendo un método determinado, se consigue confeccionar unos platos. No se puede apreciar el sabor de estos platos ni con números ni con máquinas; es al comerlos que se aprecia su calidad. Es pues, con el propio cuerpo como elemento, siguiendo concretamente la sensación de qi, que uno explora la capacidad del qi.
El problema está en comprender en qué consiste el trabajo de qi-gong. A mi modo de ver, es importante que no se trabaje ni de modo místico ni de modo esotérico, que supone la transmisión secreta, puesto que la capacidad de desarrollar y nutrir el qi pertenece a todo el mundo y, con hacer ciertos ejercicios, todos llegarán sin duda a desarrollar estas capacidades.
Por eso, como acabo de decir, si seguimos un buen libro de cocina, siempre debemos lograr unos resultados culinarios interesantes. Del mismo modo, el método de qi-gong debe ser un sistema práctico realizable por todo el mundo; y es efectivamente lo que ocurre. Obviamente existen diferencias individuales, pero es un ejercicio que todo el mundo puede hacer. (...)
Se dice que «hay actualmente en China más de 3000 escuelas de qi-gong, y en Japón existen diferentes métodos de esta disciplina. (...)
En la práctica del qi-gong, existen varias etapas. La primera consiste en hacer circular el qi por los 12 meridianos principales; a este nivel se tiene la sensación primaria del qi.
La etapa siguiente consiste en hacer shaoshuten ("pequeño circuito celeste"), la circulación en el ren mai y en el du mai que se sitúan en la línea central del cuerpo. Es a partir de allí que podemos sentir que el cuerpo humano existe no sólo como materia sino también como realidad energética, que podemos sentir el cuerpo como un conjunto de células, como un microcosmos.
La tercera etapa es el daishuten ("gran circuito celeste"); a partir de esta etapa sentimos que podemos llegar a absorber el qi que rodea nuestro cuerpo libremente. Se trata de una comunicación entre microcosmos y macrocosmos mediatizada por el cuerpo.
La etapa siguiente es el furenshuten, es decir la etapa que deja atrás el método consciente; no se presta atención siquiera a absorber o a soltar el qi en relación con el exterior o el interior. Así, concibo el aprendizaje del qi-gong en cuatro etapas. (...)
Comencé por estudiar la medicina europea y luego la he practicado. Voy a explicar por qué empecé a interesarme por el qi-gong, concebido generalmente como no científico. Cuando era estudiante, me interesaban los tratamientos psicológicos y físicos, pero trabajaba como cirujano en un gran hospital comarcal de Fukuoka. Al principio estaba en Urgencias, donde tuve mucha práctica con las técnicas médicas, pero cuando empecé a trabajar como médico generalista, surgieron los problemas.
A los grandes hospitales vienen pacientes con todo tipo de enfermedades, y llegué a constatar que la tecnología y los conocimientos médicos occidentales del más alto nivel en Japón eran totalmente impotentes ante determinadas patologías generales, como por ejemplo cuando no hay síntomas importantes. Hay gente que sufre de hipertensión y generalmente los médicos se contentan con recetarles un medicamento que simplemente baja la tensión sanguínea. También hay otras enfermedades muy complejas que se tratan con medicamentos que producen efectos secundarios nefastos, a pesar de los cuales se siguen recetando ya que no existen otras soluciones. Los médicos no comprenden otros estimulantes diferentes.
Por eso yo me preguntaba por qué no se podía tener un conocimiento correcto de este tipo de enfermedades, y comencé a estudiar la medicina china. Me sorprendió descubrir que lo que no podemos definir con la medicina occidental, podemos hacerlo con la medicina china. Si vemos la medicina moderna como un ordenador, podremos decir que es posible trabajar con dos tipos de software distintos, según se trate de la medicina china o la occidental. Utilizando el software chino, he podido comprender lo que no era compensible utilizando al software occidental.
Así es cómo, después de las intervenciones quirúrgicas, encontré que la medicina china resultaba muy eficaz para restablecer la fuerza física de los pacientes. Esto hizo que empecé a interesarme cada vez más por la medicina china, tanto que me puse a estudiar la acupuntura y a desarrollar mis propias capacidades de curar dentro del sistema de la medicina china.
Comencé a recibir un número creciente de pacientes para quienes mi especialidad era la medicina china, y empecé a darme cuenta de que después de tratar sus enfermedades con los métodos chinos, me invadía un gran cansancio, cosa que me hacía reflexionar.
En el liceo, yo había practicado el kendo, en la universidad el kárate y luego el aikido, de modo que no dudaba de mi fuerza física. Por eso me preguntaba por qué estaba tan cansado. Esto es lo que me permitió darme cuenta de lo que es el qi. Mi propio qi se consumía por la absorción del qi de los enfermos; de ahí mi cansancio.
Esta inquietud era completamente natural para mí, que llevaba muchos años practicando las artes marciales. De hecho, los médicos que tratan el cancer con la medicina china a menudo son ellos mismos víctimas de este mal, los mismo que los psiquiatras “se desquician” como resultado de sus especialidades. Es un hecho bien conocido.
Por eso, yo me preguntaba si los enfermos no contaminaban a los médicos con su qi, dejándolos enfermos también. En esa época asistí a un seminario sobre el qi-gong dirigido por un Chino que me inició en la práctica de esta disciplina. Después de haber aprendido y practicado suficientemente el qi-gong, reuní un grupo de enfermos para los que los tratamientos médicos modernos resultaban ineficaces.
Reflexionando sobre ello ahora, me doy cuenta de que era una práctica rudimentaria, pero yo no disponía de otras soluciones. Además, veía que los enfermos no conseguían hacer los movimientos que yo hacía entonces porque no contaban con una práctica física como la mía, estaban especialmente débiles, etc. Poco a poco tuve que elaborar unos movimientos diferentes que fueran realizables por ellos. De hecho, mis pacientes resultaron ser mis maestros de qi-gong. Gracias a sus capacidades y necesidades, tuve que ir elaborando y aprendiendo muchas cosas.
(...)
En los clásicos chinos, se dice que “cuando se consigue dominar el shaoshuten, se consigue curar todo tipo de enfermedades”. Basándome en ello, comencé a practicar el shaoshuten. Trabajé 6 meses para sentir bien cómo el corriente de qi circulaba por el ren mai y el du mai, pero tuve dificultades a la hora de enseñárselo a mis enfermos. Poco a poco logré, a pesar de su perplejidad, a sensibilizar el hyakué hasta el bajo vientre, es decir la circulación del qi sobre la parte anterior del cuerpo, luego por la espalda a lo largo de la columna vertebral, etc. Así, poco a poco conseguí desarrollar distintos métodos aplicables a mis enfermos. (...)
En la época en que yo alcanzaba el nivel de shaoshuten, sufría cansancio después de tratar a mis pacientes. Yo pensaba que el método de qi-gong debía originalmente seguir el principio natural del universo; por tanto, uno no debía fatigarse curando a los enfermos si seguía ese principio fundamental. Por consiguiente, si yo me fatigaba era porque practicaba este método desviándome de este principio.
Hoy ya he alcanzado el nivel de daishuten, y consigo hacer que el qi circule a partir del hyakué o del senkosu; puedo absorber la energía del cielo y de la tierra convirtiéndome en el eslabón de una cadena capaz de reunir toda esta energía, utilizándola a continuación. No me fatigo en absoluto al curar a mis pacientes; al contrario, me siento con el qi renovado y es una sensación agradable. Si cojo por ejemplo un catarro, se "disuelve" inmediatamente.
Como acabo de indicar, no he tenido un maestro particular de qi-gong, sino que me atrevo a decir que son los enfermos que han seguido mi método de tratamiento los que han sido mi maestro. El nivel de qi de estos pacientes era demasiado bajo como para que alguien les curara con medicamentos, pero al cabo de 3 años de práctica de qi-gong, han alcanzado el nivel de shaoshuten y después el de daishuten y varias docenas de personas han alcanzado un nivel que les permite curar a los de su entorno.
Por tanto puedo decir que al seguir la razón principal de la naturaleza y al practicar el qi-gong, es normal que uno llegue a aplicar positivamente el qi alrededor de su cuerpo. Pienso que alguien que goce de buena salud y que tenga el espíritu abierto puede alcanzar el nivel de daishuten en unos cuantos meses si practica correctamente.
(...) Desde la publicación de este artículo, el maestro Tokitsu ha invitado al doctor Yayama a dirigir un seminario anual en Europa, abierto a todos los públicos. En estos cursos, el doctor Yayama ofrece una presentación y explicación general del concepto del qi, enseñando cómo se puede constatar la existencia del qi en nuestra vida cotidiana. A continuación, enseña una serie de ejercicios o formas de observación gracias a los cuales es posible darse cuenta de la presencia del qi en el cuerpo y en el entorno.
Asímismo enseña cómo es posible practicar el qi para el bienestar, es decir para mejorar la salud, para curarse hasta cierto punto, y explica diversos ejercicios concretos diseñados para este fin.
Para los interesados en otros aspectos de la práctica física, explica cómo y en qué medida es posible aplicar su método a las artes marciales; cómo es posible aumentar la fuerza propia, y cómo se puede disminuir la fuerza del adversario. El doctor Yayama ha utilizado su método para aumentar la energía y vitalidad de sus pacientes, pero además ha conseguido el resultado inverso en su práctica marcial. Gracias a su condición de médico, ha constatado una correlación entre el hecho de curar a sus pacientes y el de dominar al adversario: dos formas opuestas del dinamismo del qi.
Next > |
---|